Agapornis Roseicollis


De las diferentes especies que hay de agapornis, puede que el agapornis roseicollis, también conocido como el agaporlis de Namibia, sea el más común y de los más queridos por los amantes de esta especie.

¿Cuál es el origen de esta especie?

Algunos también llaman a esta especie como el pájaro del amor, ya que cuando traba un pequeño lazo con el ser humano se vuelve inseparables. Su hábitat natural se encuentra en el Sur de África, en la zona más próxima al desierto de Namibia, aunque no se sabe muy bien cuando fue su origen.
Se trata de un ave que está acostumbrada a vivir en un ambiente muy cálido, por lo que a la hora de tenerlo en otros países de ambientes más fríos requieren de una aclimatación especial para sobrevivir.

¿Cómo es el agaporlis roseicollis?

Es un ave cuyo tamaño suele rondar los 15 cm y su peso no suele ser mayor de 50 gramos, por lo que no es muy pesada y apenas se le nota cuando se le lleva en el dedo paseándola por la casa.
El color del pelaje del cuerpo por norma general es de un tono verdoso, mientras que la cabeza es de un color rosa asalmonado, habiendo de otros colores. En el caso de la hembra, tiene la cabeza un poco más grandes y la tonalidad de su plumaje es de un color más pálido, aunque cuesta bastante diferenciarlos algunas veces. Sus patas suelen estar libres de plumas y su pico no suele ser muy voluminoso pero si resultón, con el resto del cuerpo.
Es un ave con unas alas muy fuertes, y les gusta mucho estirarlas tanto dentro de la jaula como fuera de esta. Por eso, cuando está un poco acostumbrado al ambiente que lo rodea, es bueno dejarlo salir a que estire un poco las alas para fortalecerlas.
De temperamento se trata de un ave bastante alegre y que le gusta mucho estar en contacto con sus amos. No suele tener problemas a la hora de estar con otras aves ni de compartir su jaula, y es de las que más se dejan tocar de esta especie.

¿Qué hay que saber para cuidar de un agapornis roseicollis

Lo primero que hay que tener en cuenta, a la hora de tenerlo en casa, es que se trata de un ave que está acostumbrado a ambientes muy calurosos. Aunque los expertos aseguran que pueden vivir en cualquier tipo de ambiente, necesita tener su jaula aclimatada para que la temperatura se mantenga en unos 20 – 25 grados como mínimo. Por eso, debe disponer de algún refugio en su jaula, como una caseta o un nido, que durante los meses de frío le sirva como refugio, especialmente si la temperatura suele bajar de los 5 grados.
Es bueno que su jaula esté situada en una zona calurosa de la casa, en la que le dé el sol, especialmente durante los meses de verano. Eso si, estar en una zona calurosa del hogar no significa tenerlo todo el día frente al sol. Tiene que estar un par de horas al sol directo y el resto del tiempo en una zona cálida, pero en la que no le dé directamente.
La alimentación de estas aves se basa, principalmente, en semillas y pipas. Pero, además, estas aves necesitan una alimentación rica en calcio, por lo que hay que darles piezas de fruta o cereales que sean fuertes en este mineral para que crezcan sanos. Al ser un animal que le gusta mucho la compañía, si el dueño pasa mucho tiempo fuera de casa, es recomendable que se le ponga en la jaula un compañero o compañera para que no se sienta solo cuando no haya nadie en casa.
En lo referente a sacarlo fuera de la jaula, no hay ningún problema en que se le deje salir a explorar un poco. Eso sí, lo mejor es que al principio se gane uno su confianza y después se le deje salir a explorar la habitación en la que está la jaula, y más adelante el resto de la casa. Volverá a la jaula cuando tenga hambre, de modo que nunca hay que intentar agarrarlo.

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